Estructura superior de la personalidad. La actividad mental

En relación a la actividad mental, cuya expresión son los pensamientos, conceptos, juicios, razonamientos y deducciones y cuyo resultado es la construcción de la capacidad de acción humana que gradualmente vamos alcanzado y a trabes de la cual nos desenvolvemos en el mundo. Podemos comprender que esta, asume diferentes características en cada ser humano, tiene diferentes grados de objetividad y de libertad, de fluidez y capacidad para adquirir conocimientos nuevos. En síntesis, los seres humanos tenemos distinta capacidad mental, distintos hábitos en relación a la actividad mental y funcionalidad de la mente.

La mente tiene que lograr que conscientemente logremos una integración de todos los conocimientos e impresiones asimiladas conscientemente, para conformar una visión única, en el sentido de personal, de nosotros mismos, los demás y los ámbitos o entornos próximos en que estamos inmersos en la realidad.

A través de la actividad mental logramos una profundidad de entendimiento que permite percibir las alternativas mas realistas en que podamos decidir de que forma y como desenvolvernos, sin la excesiva presión de lo instintivo y emocional, pero pudiendo tomar contacto y alcanzando un auto entendimiento objetivo al respecto de nosotros mismos y en una relación armónica con lo externo a nosotros.

Al respecto de la actividad mental podemos definir algunas características para evaluar su funcionalidad, estas son:

  • Objetividad, en relación al arribo de conclusiones precisas y no tendenciosas al respecto de la realidad.
  • Capacidad de abstracción, en relación a la posibilidad de comprender modelos extrapolables a ámbitos generales de análisis de la realidad.
  • Equilibrio entre lo concreto y abstracto, en relación a que una preponderancia en alguno de estos polos implicaría una limitación del entendimiento.
  • Capacidad razonadora y de inteligencia, con el objeto de poder lograr una capacidad de acción humana que resulte en una autoeficacia personal para desenvolvernos.
  • Independencia en relación a los aspectos emocionales, tendencias e instintos, para no tener una presión excesiva que reduzca la capacidad y objetividad.
  • Profundidad, en relación a poder llegar a conclusiones precisas y complejas.
  • Fluidez, en relación a poder adaptarse a situaciones nuevas.
  • Flexibilidad, en el sentido de poder a voluntad modificar el curso del pensamiento.
  • Fuerza, en relación al grado de influencia que la actividad mental tiene en nosotros mismos, en los demás y en el ambiente.

Estas características de la actividad mental implican en forma intrínseca una participación activa y conjunta de la voluntad, ya que para la propia dinámica mental, en relación a las características mencionadas, se requiere de la energía de la voluntad para concentrarse, entender e interpretar nuestra funcionalidad emocional, nuestras tendencias y respuestas instintivas y plantearnos objetivos internos, así como para entender lo externo. Esa actividad mental y de contacto con lo emocional, es en esencia un acto voluntario de autorealizacion y entendimiento, que evidencia una intima relación mente-voluntad conformando lo que definimos como proceso superior o rector de la personalidad.

Desarrollando las características mencionadas de la actividad mental, los seres humanos contamos con una valiosa herramienta a través de la cual autoconocer conscientemente todo nuestro contenido emocional y sensorial, inclusive aquello que por diversos motivos no lo hacemos accesible a la consciencia y que forma parte de nuestro inconsciente. Para esto es necesario que desde esa posición jerárquica, de los procesos superiores de nuestra personalidad, tomemos contacto con las expresiones de los otros estratos que la constituyen y así podemos entendernos en profundidad y en base a ese entendimiento profundo conducirnos en base a nuestras decisiones.

Para alcanzar lo mencionado tenemos que potenciar la capacidad de autopercepción con que contamos los seres humanos, teniendo que autopercibir los contenidos internos, asimilarlos e internalizarlos dentro de todo el conjunto de conocimientos que la mente adquiere, en un proceso de toma de contacto, autoanálisis y autoentendimiento que de cómo resultado la autorrealización.
Como analizamos en el documento “Percepción de lo externo – ver esquema”, afloran a la consciencia los contenidos de la actividad de toda la estructura estratificada de la persona y conforman el clima interno que asume una calidad determinada, que de alguna forma sumerge a la persona en un ámbito especifico, influenciando los contenidos que opera la mente, las alternativas posibles de caminos de vida a seguir y los estilos de vida afines a ese clima e incluso los ámbitos culturales en que la persona se sienta cómoda. Este clima condiciona la conducta y por lo tanto los resultados que esta trae en las diferentes áreas de nuestra vida y tiene influencia en la conformación de este clima, la orientación que tenga la voluntad, que puede ser:

  • Hacia el interno, relacionada al trabajo interno de equilibrio y autorrealización.
  • Hacia el externo, relacionada al logro de objetivos externos.

La orientación de la voluntad girara en torno a un centro de gravedad que esta orientado a la necesidad de cada ser humano y a sus posibilidades e incluso a sus tendencias personales que lo orienten a dar mas relevancia a un aspecto o al otro.

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